Muy a menudo se nos presenta la ansiedad como una «enfermedad», una «dolencia», algo que «no funciona bien» en nosotros. Nada más falso. La ansiedad no es una enfermedad.
La ansiedad es una reacción natural de nuestro cuerpo ante situaciones de estrés, amenaza o peligro. La ansiedad puede tener síntomas muy dispares y cada persona la vive de una forma particular y subjetiva. Cada uno de nosotros experimenta la ansiedad de una manera propia y única, aunque hay muchos síntomas comunes a casi todos (como la taquicardia o la sensación de opresión al respirar). La ansiedad nos ha servido a lo largo de nuestra evolución para reaccionar ante los peligros de la vida. Imaginemos que, en un paseo por el campo, aparece ante nosotros un oso con malas pulgas: todos nosotros sentiremos ansiedad, ya que nuestro sistema de alerta natural nos está preparando para afrontar un peligro (el oso). Nuestras glándulas trabajan a toda mecha, la adrenalina se dispara, y nuestro cuerpo nos prepara para la lucha o la huida.
Así pues, la ansiedad es una respuesta fisiológica útil, ya que nos ha ayudado a sobrevivir a lo largo de nuestra evolución.
El problema surge cuando la ansiedad aparece ante situaciones que no representan un peligro. Hoy en día no nos encontramos con osos por la calle, pero seguimos teniendo ansiedad ante el trabajo, la situaciones sociales, los ascensores, los autobuses, los médicos… Ninguna de estas situaciones representa un peligro real, pero pueden provocarnos malestar. Cuando este malestar empieza a influir en nuestra vida y nos impide hacer cosas, podemos considerar que la ansiedad se ha convertido en un problema y podríamos estar ante un trastorno de ansiedad. El estrés, por ejemplo, puede considerarse una situación de ansiedad mantenida durante demasiado tiempo.
Se estima que más del 20% de la población mundial padece algún trastorno de ansiedad. A veces la persona no sabe muy bien qué le pasa o a qué se deben esas sensaciones tan molestas que tiene. En estos casos el primer paso es explicar cómo funciona la ansiedad, a qué se debe y sobre todo dejar claro que no se trata de una enfermedad, sino de una reacción natural que aparece de forma indeseada.