Responderé a esta cuestión con otra pregunta: ¿por qué no?
Hasta hace muy poco tiempo, cuando una persona decía que estaba yendo al psicólogo se le miraba raro. Afortunadamente, esta visión ha cambiado muchísimo en los últimos años, y hemos comprendido que un psicólogo es un profesional que puede ayudarnos en algunas etapas de nuestra vida. ¡Por fin! ¿No acudimos al médico cuando nos sentimos enfermos? ¿No vamos a ver a un abogado cuando queremos arreglar temas legales? Y lo mismo con arquitectos, asesores, contables o alicatadores. Por desgracia, nuestro bienestar mental ha sido ignorado a lo largo de mucho tiempo, y tenemos una curiosa tendencia a dejar que las cosas «se solucionen por sí solas».
Te propongo un pequeño ejercicio. Levántate y mira a la calle por la ventana. ¿Ves a toda esa gente haciendo sus vidas? Pues todos ellos, casi sin excepción, han vivido alguna situación en la que un psicólogo podría haberles ayudado. No estoy diciendo que todos haya acudido a un psicólogo. Simplemente digo que podrían haberlo hecho y podrían haber salido beneficiados de esa experiencia.
Las personas acuden a la consulta de un psicólogo por motivos muy dispares. Todos ellos tienen algo en común, y es que la persona está pasándolo mal, es infeliz, quiere mejorar su vida. Algunos de los motivos de consulta frecuentes son:
- Me siento triste, abatido, no le veo sentido a nada.
- ¡No soporto mi trabajo y el estrés no me deja vivir!
- He roto con mi pareja, o; me he divorciado.
- Mi hijo se porta muy mal en clase y en casa, y sus notas van bajando.
- ¡No puedo controlar a mi hijo!
- He vivido un trauma que no consigo superar.
- Se ha muerto un familiar y siento una enorme tristeza.
- No soporto la idea de ir a un centro comercial, o coger el coche, o estar solo en casa, o…
- Me preocupa tanto la situación del país, y del mundo, que quiero echarme a llorar.
- Me siento ansioso y nervioso por todo.
- El ambiente en mi casa es irrespirable.
- …
Apuesto a que casi todos nosotros hemos pasado por situaciones similares. Pues bien, todas ellas son situaciones en las que un buen psicólogo puede ayudarnos enormemente.
También hay una serie de mitos acerca de la psicología y de los psicólgos que conviene aclarar. Algunas verdades sobre la psicología son:
- Ir a un psicólogo no es carísimo; en todo caso, no es más caro que someterse a un tratamiento médico privado. Además, podemos diseñar una intervención ajustada a las posibilidades de cada cliente. Y, en estos tiempos de crisis, somos muchos los que procuramos adaptarnos a las posibilidades de cada uno.
- Los tratamientos no duran muchísimo tiempo. De hecho, las terapias de última generación que están extendiéndose ahora mismo son las llamadas terapias breves, que intentan conseguir resultados desde el minuto cero.
- Ir a un psicólogo no significa estar loco. Aunque parezca mentira, algunas personas aún creen esto. Como ya he dicho, cualquier persona puede requerir los servicios de un psicólogo en determinados momentos de su vida.
- Ir a tratamiento no significa ser débil. Al contrario, hace falta cierto valor para tomar las riendas de tu problema y decidir solucionarlo de una vez por todas.
En fin, creo haber aclarado un poco algunas de las dudas que suelen asaltar a las personas que se plantean acudir a un psicólogo. Aquí he tratado de esbozar algunos de los motivos que mueven a mis clientes. ¿Se os ocurre alguno más?