Los celos se definen como la inquietud frente al hecho de que una persona querida prefiera o pueda preferir a otra persona en vez de nosotros. Hay muchas más definiciones de lo que son los celos, pero todas ellas se caracterizan por la palabra «inquietud».
En efecto, los celos no son una emoción agradable. Muchas personas sienten «ansiedad», «enfado» o «temor» ante los celos. Otras se sienten deprimidas, enfadadas, o incluso iracundas. Los celos pueden llevar a las personas a la agresión y la violencia.
Los celos tienen mucho que ver con la inseguridad y la baja autoestima, aunque no siempre. La persona que se siente «poca cosa» creerá más fácilmente que su pareja buscará a otro/a que aquél que tenga una adecuada autoestima. Sin embargo, hay personas con una excelente imagen de sí mismas que caen presa de los celos como cualquier otra. A veces, los celos aparecen como una consecuencia de relaciones sentimentales del pasado, en las que la persona fue engañada por su pareja. Es frecuente que quien ha pasado por una situación así acabe teniendo «la mosca detrás de la oreja» y haga grandes esfuerzos para no ser engañado otra vez.
Desde el punto de vista psicológico, y resumiendo mucho, los celos se caracterizan por dos cosas:
a) sentimientos y pensamientos de ansiedad, inquietud, malestar, sospecha. Ejemplo: mi pareja me engaña con otro;
b) conductas y comportamientos destinados a comprobar si nuestros celos son ciertos. Ejemplo: comprobar el móvil de mi pareja por si tiene llamadas del «rival».
Una cosa lleva a la otra. Si el celoso siente ansiedad, tratará de disminuirla buscando alguna pista de que no está siendo engañado. Cuando la encuentre, su ansiedad bajará. Pero la próxima vez que se sienta inquieto, será más probable que empiece a comprobar si sus temores son ciertos… y así una y otra vez, reforzando el círculo, comprobando cada vez más frecuentemente y con más ahínco. Podemos comparar los celos con como una pequeña hoguera: se convertirá en un incendio si le seguimos echando combustible.
Al principio los celos aparecen como algo esporádico, casi simpático. Muchas parejas aún creen que los celos son un síntoma de amor y los ven como una prueba de que su pareja les quiere: no es así. Los celos son algo peligroso y poco, o nada, tienen que ver con el amor. Cuando el celoso pide explicaciones a su pareja por primera vez, lo más probable es que ésta consienta en dárselas, tranquilizándole. Esto sirve a corto plazo, pero a largo plazo puede avivar el problema. Como hemos dicho, en el futuro el celoso tratará de tranquilizarse haciendo más comprobaciones y pidiendo más explicaciones, hasta llegar a límites patológicos.
Lo mejor, en términos generales, es no avivar la rueda de los celos. No pedir explicaciones y no darlas. De esta forma no alimentaremos la hoguera más de lo necesario.
De todas formas, cuando los celos se convierten en un problema, la pareja suele estar un tanto perdida y ya resulta muy difícil manejarlos. En estos casos, la visita a un psicólogo que tenga cierta maña en estos casos puede ayudar infinitamente a ambos. En mi experiencia, la intervención de alguien externo a la pareja que aporta un nuevo punto de vista es de gran importancia y puede causar grandes cambios.
Otro día hablaré de un tipo concreto de celos que yo denomino celos retrospectivos.