La rigidez mental es un estilo de pensamiento que afecta a casi todo en nuestra vida: las decisiones que tomamos, nuestra forma de ver el mundo, nuestra manera de relacionarnos con los demás… La rigidez mental puede definirse como una serie de patrones y creencias a las que nos aferramos firmemente y nos impiden actuar de otra forma en ciertas circunstancias. Sospecho que todos los humanos tenemos un poco de rigidez para ciertas cosas, normalmente presentada en forma de «manías», «costumbres» o «prejuicios».
El problema es que la rigidez es una cuestión de grado. No se trata de ser o no ser rígido: la cuestión es hasta qué punto esa rigidez mental afecta a nuestras vidas. La rigidez tiene mucho que ver con los sesgos cognitivos y los pensamientos irracionales. Yo comparo la rigidez mental con unas gafas que nos hacen ver las cosas de una determinada forma poco realista y poco eficaz. No podemos quitarnos esas gafas, y tampoco somos conscientes de que las llevamos, así que lo veremos todo a través de ese filtro, el cual nos ofrece una imagen errónea. En base a esa imagen errónea o sesgada, yo voy a tener unos pensamientos y unas conductas determinadas, que normalmente me hacen gastar tiempo y energía en cosas absurdas e inútiles. Y siempre lo haré, porque como no soy consciente de llevar esas gafas, nunca podré quitármelas… Esa es la condena de la rigidez mental, que siempre voy a hacer lo mismo, una y otra vez.
La rigidez nos hace ver cosas insignificantes como importantísimas. Así, yo veo gente que se consume pensando, hablando y haciendo minucias, cosas sin importancia, «tonterías», mientras su vida pasa entre frustración, enfados y tristeza.
La rigidez tiene mucho que ver con la falta de perspectiva y la falta de innovación. El cerebro humano necesita dar explicación o sentido a ciertas cosas de la vida (y hay muchos estudios que lo demuestran), y a veces cometemos errores muy gordos. Con tal de aferrarnos a nuestra explicación o a nuestra opinión, seguimos perseverando en el error a pesar de todas las evidencias en contra.
Ahora bien, si conseguimos distanciarnos un poco de eso que consideramos tan importante, tal vez nos demos cuenta de que estamos invirtiendo tiempo y esfuerzo en cosas inútiles, en ideas que son irreales y que no tienen la importancia que creemos. También ayuda probar a hacer cosas diferentes, cosas que desafíen esa visión rígida del mundo. Así veremos que no todo es tan importantísimo y que esas «gafas de rigidez» no siempre nos muestran el mundo como es.