Imagínate que te sientes desanimado, triste,… y un día te das cuenta de que llevas una gárgola en tu hombro. Como las gárgolas son de piedra, esta gárgola te pesa mucho, te hunde y te dificulta moverte para realizar cualquier tipo de actividad. Pero, además, esta gárgola habla y te está susurrando constantemente al oído. Pero es fría, dura y no tiene corazón; así que los mensajes que te da son siempre negativos, humillantes y te culpabiliza por todo. Si te encuentras mal, la gárgola te dice que te sentirás siempre así, y lo peor es que crees todo lo que te susurra y te hace sentir cada vez peor.
Será imposible no escucharla pero, si aprendes a identificar cuáles son sus mensajes, sabrás que son opiniones de la gárgola y dejarás de creer en ellos. La gárgola gritará más para convencerte pero, con el tiempo, si no se siente escuchada, tal vez se marche de tu hombro.