«¿Y si me quedo en el paro?», «¿y si me quedo sin gasolina en este sitio tan apartado?», «a ver si ahora voy a suspender este exámen y tengo que repetir curso…», «¿por qué no habré sido más amable con mi pareja? Ahora me odiará…».
Todos hemos tenido este tipo de pensamientos alguna vez. Yo los llamo «pensamientos ¿y si…?«. Es muy frecuente verlos en consulta porque causan mucho malestar, duda y sufrimiento. Los pensamientos ¿y si…? son más frecuentes en épocas de crisis e incertidumbre como la que vivimos actualmente.
Un pensamiento ¿y si…? tiene una serie de características:
– Se basan en suponer lo que podría pasar o lo que podríamos haber hecho. No se basan en hechos reales, sino en suposiciones y conjeturas. Como nadie puede predecir el futuro, esto acaba produciendo un gran malestar y muchas dudas. Por ejemplo, es posible que nos quedemos en paro si sabemos que nuestra empresa va mal. Nadie lo duda. Pero un pensamiento ¿y si…? querrá ir más alla: empezaremos a plantearnos que nos quedaremos sin dinero, que no encontraremos otro trabajo, que no podremos pagar la luz y el agua, que nos quitarán nuestra casa… Esto es inventar el futuro. Nadie puede saber lo que pasará de aquí a un año.
– Hay «¿y si…?» sobre el pasado y sobre el futuro. Los que se proyectan hacia el futuro tienden a inventar una serie de eventos que nos harán desgraciados (una especie de cuento de la lechera, pero al revés). Podemos imaginarnos una serie de desdichas sobre el futuro, pero ¿sabemos si se van a cumplir?. También podemos empezar a preguntarnos lo que habría pasado si hubiésemos hecho las cosas de otra manera en el pasado. Estos «¿y si…?» sobre el pasado son muy frecuentes cuando hemos vivido una situación que percibimos como un fracaso: un despido, un divorcio, una muerte de alguien querido. Ejemplos: ¿por qué no habré estudiado más?, ¿por qué no habré cuidado más a mi familiar enfermo?, si hubiera hecho las cosas de otra forma con mi ex novio seguro que no me habría dejado y seguiríamos juntos, y a lo mejor nos habríamos independizado, etc. En ambos casos («¿y si…?» futuros y pasados) estamos creando en nuestra mente una serie de eventos que podrían haber pasado o podrían ocurrir en un futuro, pero sin ninguna prueba de que esas conjeturas puedan cumplirse.
– Producen un gran sentimiento de culpa, ya que la persona acaba creyendo que podría haber hecho las cosas de una forma determinada que le habría llevado a tener éxito, o bien que en el futuro debe tomar las decisiones perfectas para no sufrir. De esta forma, la responsabilidad de todo lo sucedido o lo que va a suceder recae sobre los hombros de la persona. Es cierto que tenemos el control y la responsabilidad sobre nuestra propia vida, pero es imposible tener el control sobre lo que va a suceder dentro de un año, o cinco, o diez. Asimismo, las decisiones que hemos tomado pueden no haber sido perfectas, pero siempre podemos aprender de ellas y no repetir los mismos errores.
¿Pueden controlarse estos pensamientos? Por supuesto. Como todo aquello que nos hace infelices, podemos conseguir que estos pensamientos no nos amarguen la vida. ¡Ojo!, no me refiero a luchar contra ellos, sino a crear otros pensamientos alternativos y más realistas y tratar de cambiarlos poco a poco. No te preocupes tanto por el futuro: ocúpate en construir el futuro que deseas. No es malo pensar en el futuro y prevenir posibles acontecimientos negativos, pero es demencial obsesionarse con todo aquello que nos podría suceder. Si tienes pensamientos «¿y si…?» sobre cosas del pasado, úsalos como cimientos para construir tu futuro. No te mortifiques con lo que crees que has hecho mal: aprende de ello para no cometer una y otra vez los mismos errores.
¿Y si… no tuvieses pensamientos «y si…»?