Quiero hablar sobre algo propio del siglo XXI que causa numerosos quebraderos de cabeza. Aviso, no os esperéis una revelación profética que cambie vuestra visión del mundo u os haga más felices. Son simplemente reflexiones que yo me hago y que a lo mejor hacen pensar un poco a alguien, así que las comparto.
Reflexionaba yo el otro día sobre dos cosas. La primera: una conocida tienda de electrónica nos dice en su publicidad que «tenemos derecho a TODO» (o algo así, como no tengo tele no lo he visto suficientes veces). El mismo mensaje se repite, con más o menos sutileza, en publicidad y anuncios diversos. Tenemos derecho a tenerlo todo, y si no lo tenemos debemos exigirlo. La segunda: unos jovenes han subido a un puerto de montaña cercano con su coche, en plena ventisca, ignorando todas las medidas de seguridad que se tomaron. Evidentemente, se quedaron atrapados por la nieve y tuvieron que pedir rescate, que en un primer momento no se les pudo dar. Luego sí, al día siguiente salieron de allí denunciando el trato que se les dio desde el 112. No fueron los únicos que hicieron algo parecido.
¿Qué tienen que ver estas dos cosas?, os oigo preguntaros. Puede que nada. Igual es cosa mía. O puede que sí tengan algo de relación. Nos han vendido tan insistentemente la idea de que tenemos derecho a todos nuestros caprichos que nos acabamos convenciendo de que podemos poner en práctica hasta las ideas más descabelladas. No solo eso, sino que en caso de fracasar exigimos que alguien venga a sacarnos del embrollo y nos indigna que no lo hagan. ¿No sorprende ver tantos casos de gente atrapada por la nieve en montes remotos? ¿Atrapados por un golpe de mar tras acercarse demasiado al mar en un temporal? ¿Comportándose de formas aparentemente suicidas o estúpidas? Nos creemos tanto el rollo de que el mundo es nuestro que no dudamos en hacer burradas. ¿Que sale mal? No pasa nada: le exijo al servicio de emergencias, al estado, a los jueces o a mis padres. Lo que sea con tal de eludir la responsabilidad, escurrir el bulto y que alguien me saque del problema en el que yo mismo me he metido.
Este siglo bien podría llamarse en el futuro La Era de la Irresponsabilidad.
Luego están las personas que desean que esos irresponsables fallezcan con dolor como castigo a sus decisiones, cosa que tampoco entiendo muy bien. Y estremece un poco, la verdad. Pero eso es otra historia.