Me he encontrado esta imagen por casualidad.
¿Os imagináis una camiseta que dijese «tengo miedo a mi marido» para que la llevasen las chicas? Sería impensable, ¿verdad? Sin embargo, y por algún motivo, temer las iras de tu mujer es algo aceptado si eres hombre. Incluso nos lo venden con un toque de comedia: el típico «macho» que llega a casa y se convierte en un corderito temeroso de su esposa. Más ejemplos:
Incluso en el lenguaje adoptamos expresiones inconscientes como llamar «jefa» a la novia/esposa o «pedir horas» para dedicarnos a nuestras cosas. Tenemos también el conocido refrán «el hombre propone y la mujer dispone», que viene a decir que no importa mucho lo que hagas o quieras, porque al final será ella la que disponga las cosas como desee… No se habla de dialogar o de negociar, sino de suplicar por un lado y ordenar por otro. Una relación completamente asimétrica.
Todo lo anterior tiene poco o nada de gracioso. Ninguna relación debería funcionar a base de «pedir permiso» ni deberían existir «jefes y subalternos». Para eso ya tenemos otras organizaciones como el trabajo o el ejército. La pareja es un mundillo en el que hay que tomar muchas decisiones en conjunto, amoldarse al otro, ser menos egoista y aprender a ceder. En resumen: negociar. Pero sin autoritarismos. Si cedes a las órdenes de tu pareja, acabarás odiándote a ti mismo por no hacer caso de lo que tú deseas. Y da igual que seas hombre o mujer.