diagnóstico, ca.

(Del gr. διαγνωστικός).

1. adj. Med. Perteneciente o relativo a la diagnosis.

2. m. Med. Arte o acto de conocer la naturaleza de una enfermedad mediante la observación de sus síntomas y signos.

3. m. Med. Calificación que da el médico a la enfermedad según los signos que advierte.

Recibo bastantes consultas de gente preocupada por el diagnóstico que ha recibido de su médico o psiquiatra. Más aún, muchas personas vienen con un auto-diagnóstico basado en cosas que han visto o leído. La mayor parte de las veces, el diagnóstico no tiene un efecto positivo en esas personas. Suelen hacerse preguntas como ¿estaré loco? ¿Estoy enfermo? ¿Se curará esto? ¿Cómo afectará esta enfermedad a mi vida? ¿Podré llevar una vida normal?

El diagnóstico sirve para que los profesionales se comuniquen entre ellos. Si yo, como psicólogo, recibo un informe de un psiquiatra en el que se diagnostica a una persona con, por ejemplo, un trastorno límite de la personalidad, yo puedo saber más o menos qué síntomas esperar en ese paciente. Lo mismo ocurre cuando otros profesionales de la salud se comunican entre sí: usar un diagnóstico es más sencillo y conciso que volver a hacer un listado de todos los síntomas. El diagnóstico es una herramienta.

El problema es que, en muchas ocasiones, el diagnóstico es una mera etiqueta que no ayuda a que la persona entienda lo que le pasa ni a superar sus problemas. El diagnóstico no mejora los síntomas, no ayuda a tomar decisiones que mejoren nuestra vida, no ayuda a comprender los síntomas ni cómo afectarán a nuestra vida.

Lo primero que yo le diría a una persona a la que han diagnósticado algún trastorno psiquiátrico/psicológico sería que se tranquilizase. Recuerde que el diagnóstico es una herramienta médica. Su diagnóstico no le hace mejor o peor persona, ni significa que «esté loca». El diagnóstico, sea cual sea, ni mejora ni empeora sus síntomas.

Lo segundo que le diría sería que pidiese más información. A veces el desconocimiento del trastorno es peor que los propios síntomas, y es lógico que la persona se sienta desorientada y algo asustada. Pues bien, tanto psiquiatras como psicólogos pueden y deben resolver las dudas que tenga el paciente sobre su diagnóstico. Cómo afectará a nuestra vida, qué síntomas son los esperables, cómo va a evolucionar el problema, qué pueden hacer los familiares… son preguntas que suelen hacerse las personas y que deberían ser correctamente respondidas por un profesional cualificado. Mucho cuidado con buscar información en lugares poco adecuados, como foros de internet o páginas de dudosa fiabilidad.

La tercera cosa que le diría a un paciente que ha recibido a un diagnóstico es… que actúe. Que no se deje intimidar porque le hayan diagnosticado un trastorno psicológico. Que intente mejorar las condiciones de su vida y que intente trabajar por su felicidad. Para conseguirlo hay que ir más allá del diagnóstico y estudiar qué hay detrás: por ejemplo, muchas depresiones no ocurren porque sí, sino que están motivadas por cambios negativos en la vida de la persona (muertes, divorcios, etc.). Si ayudamos a la persona a asumir o enfrentarse a estos cambios, seguramente la depresión mejorará. Y lo mismo ocurre con otros muchos diagnósticos. El trastorno no es algo fijo, sino que puede trabajarse en él, mejorar y superar los síntomas que originaron el diagnóstico inicial.

Querría recordar que, como psicólogo, creo firmemente que toda persona puede trabajar por su propia mejoría y que los humanos podemos cambiar. ¿No es ese el sentido de la psicología?

Psicólogo Avilés

Acerca de Maxi

Psicólogo General Sanitario. Consulta privada.

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