Me encuentro frecuentemente con esta pregunta. ¿Debo ir al psicólogo? ¿Hasta dónde hay que aguantar antes de acudir a un profesional? ¿Mi problema puede solucionarlo un psicólogo? ¿Es mi problema tan importante?
Lo primero es saber si nuestro problema entra dentro del campo de acción de la psicología. La psicología puede tratar muchos trastornos, pero no muchos otros. Por ejemplo, si el problema es una enfermedad, infección, daño físico, lesión, etc., entonces lo mejor es acudir a un médico. Otra cosa es que el psicólogo pueda ayudar con las secuelas o efectos psicológicos de dicha enfermedad. El ejemplo más claro es el cáncer. El cáncer se trata en el hospital, pero los psicólogos están capacitados para tratar sus secuelas psicológicas sobre el enfermo y sus familiares (psicooncología).
Para saber si un psicólogo puede ayudarnos, lo mejor es preguntárselo. Un psicólogo honesto debe reconocer cuándo puede intervenir y cuándo es mejor derivar a la persona a otro profesional. Es difícil hacer una lista completa, pero los problemas que yo suelo tratar están en esta lista.
Si nos estamos planteando acudir a un profesional, probablemente debamos hacerlo. Cuando un problema empieza a afectar a nuestra vida de manera importante, es el momento de tratarlo, y normalmente es en este momento cuando las personas buscan ayuda. No existen los «problemas sin importancia». La importancia está en la persona que lo sufre. Pongamos por ejemplo las fobias. Hay fobias de todo tipo, pero no todas son vividas igual por quienes las sufren. Si alguien tiene una fobia a, por ejemplo, las medusas, es poco probable que le afecta demasiado a su vida (a no ser que sea socorrista en un lugar con muchas medusas). Probablemente esta persona no busque ayuda profesional. Pero si alguien tiene fobia a, por ejemplo, los coches… la cosa cambia. Los coches son tan frecuentes hoy día que tenerles fobia limitaría seriamente nuestra vida. Probablemente esta persona sí acudiría al psicólogo. He aquí un ejemplo de dos problemas que parecen iguales, pero afectan a la persona de forma muy distinta. Por eso es absurdo pensar que «hay problemas peores» y no acudir a un psicólogo.
Otro factor a valorar es si queremos superar el problema. Parece evidente, pero a veces las personas van obligadas al psicólogo (parejas, familiares, hijos…). Lógicamente, aquí la terapia va a ser mucho más difícil y menos eficaz, porque es imposible ayudar a quien no quiere ser ayudado. Es como querer rescatar en el mar a un naúfrago que se resiste a su rescatador: imposible. Por eso, es importante estar decidido. También es importante no «arrastrar» a una persona en contra de su voluntad. El pronóstico es mucho mejor para aquellas personas que realmente desean cambiar.
En resumen, un psicólogo podría ayudar a alguien si:
– el problema entra dentro de las competencias del psicólogo;
– el problema interfiere en la vida de la persona y le causa malestar (sea el problema que sea);
– la persona quiere cambiar (mejorar su calidad de vida, resolver o mejorar el problema, etc.).
En caso de duda, animo al lector a contactar conmigo por teléfono o mail (maxicostales@gmail.com). Estaré encantado de resolver cualquier pregunta.