Allen Carr fue durante treinta y pico años un fumador empedernido, de tres cajetillas diarias. Allá por los años ochenta dejó de fumar. Según él mismo cuenta, lo hizo sin esfuerzo, disfrutando de la experiencia, sin usar milagros y sin creer en ellos. Carr murió hace unos años, precisamente de cáncer de pulmón; él mismo comentó que, si bien era difícil saber si su enfermedad era el resultado de sus años como fumador, de no haberlo dejado ya llevaría décadas muerto.
Es fácil dejar de fumar es todo un best-seller. La primera edición apareció en los ochenta y desde entonces se han vendido millones de ejemplares. A día de hoy está considerada una obra clásica para aquellos que desean dejarlo o, como es mi caso, desean ayudar a otros a dejarlo.
Personalmente desconfío de los súper-éxitos literarios, y más cuando tratan un tema tan complejo como el tabaquismo. Me acerqué al libro con cierto escepticismo, casi esperándome que Carr presentase algún tipo de método milagroso que, en mi experiencia, no suele funcionar.
Pero no. Estaba equivocado. Carr recomienda al lector que siga fumando hasta haber terminado totalmente la lectura del libro. Lo que hace es una deconstrucción de las ideas que el fumador tiene acerca de su adicción. Comienza, precisamente, dejando claro que fumar es una drogadicción, exactamente igual que la adicción a la heroína, pero mucho más letal por la cantidad de sufrimientos, enfermedades y muertes que causa. A lo largo del libro trata varias ideas erróneas que los fumadores suelen tener sobre el tabaco, como por ejemplo:
– «el tabaco me ayuda a relajarme y a concentrarme»
– «me gusta el sabor del tabaco»
– «disfruto fumando»
– «dejaré de fumar cuando sea un buen momento, ahora no lo es porque…»
– «puedo dejarlo cuando quiera, puedo controlar mi consumo»
– «llegará el día en que no tenga ganas de fumar y, simplemente, lo deje».
Estas ideas y otras parecidas autoengañan al fumador, que las usa como justificación de su adicción o como excusa para posponer el abandono del hábito. Este tipo de pensamientos hacen que abandonar el tabaco sea muy difícil. Carr lo tiene muy claro: la adicción al tabaco, como cualquier otra, siempre va a más y nunca disminuye. Esperar a que, milagrosamente, un día nos despertemos sin ganas de seguir fumando es una ingenuidad. Justo al contrario de lo que yo pensaba, Carr afirma que no existen ese tipo de milagros.
Es fácil dejar de fumar va desmontando esas barreras psicológicas que construyen los fumadores y que hacen tan difícil dejar esta peligrosa adicción. Uno tiene que leer el libro despacio, comprendiendo y asimiliando todos los conceptos que se explican, y sobre todo aplicándolos a su propia situación.
¿Dejará usted de fumar si lee este libro? Probablemente no, a no ser que realmente desee dejarlo. Una persona que no esté convencida no lo dejará. Por el contrario, una persona motivada y convencida de querer convertirse en no fumador encontrará en este libro una ayuda psicológica muy útil. Un buen psicólogo podría ayudarle en su decisión de dejar de fumar para aumentar las posibilidades de éxito y acompañarle a lo largo del proceso de convertirse en un no fumador.