Un hombre se quejaba siempre de que su vida era un desastre y de que él no parecía ser capaz de tomar las riendas de su destino. Deseaba ser capaz de llevarse bien con la gente, administrar mejor su dinero, ignorar a quienes lo criticaban, buscar una buena esposa… En resumen, quería que su vida cambiase por completo.
Cansado de esta situación, decidió acudir a un terapeuta para que enderezase su vida.
– Señor psicólogo -le dijo-, llevo una vida bastante desastrosa. No me gusta cómo soy y cómo me comporto en muchas ocasiones. Quiero que usted cambie mi vida.
El terapeuta se levantó, salió de la consulta y volvió con un huevo de gallina. Lo puso sobre la mesa y miró a su paciente.
– ¿Qué ve usted aquí? – preguntó.
– Un huevo, por supuesto.
– ¿Qué pasaría si lo rompo?
– Pues que podría hacer un huevo frito o una tortilla.
– Ajá. ¿Y si hubiese un pollito creciendo en su interior? ¿Qué pasaría entonces si lo rompo?
– Lógicamente, el pollito se moriría y nunca nacería -dijo, extrañado, el hombre.
– Justamente. Si el huevo se rompe desde fuera, la vida se acaba. Sin embargo, si se rompe desde dentro, una nueva vida comienza. Usted me pide que yo cambie su vida, y nadie puede hacer eso. Tan solo usted, desde dentro, puede cambiar su vida y su forma de relacionarse con ella. Los grandes cambios, las cosas más importantes, empiezan siempre desde el interior.